Sumergirse en el rizomático y complejo archivo de José fue un acto de ingenuidad. No es tarea fácil –nunca lo es– realizar un recorte necesario para una publicación, pero organizar éste en particular exigió domar el material por demás prolífero y polifónico. Frente al exceso, la ansiedad. Si la superficie sensual de la poética consiste en una brisa que mece toldos, en unos ojos cerrados al sol o, en el cambalache agobiante, ella es el resultado de una quirúrgica toma de decisiones. No hay azar, salvo excepciones que se agradecen, sino que las conexiones entre los signos, las formas y los violentos planos de color son resultado de un exigente trabajo mental que indaga correspondencias en donde sea que se detenga. Como un jardinero de vestigios locales el fotógrafo se pone los guantes para arreglar “las cosas” e intenta salvar las flores de su caducidad brutal.
Cámaras de seguridad, pantallas estalladas, celulares en mano, televisores, publicidad, monumentos, representaciones de representaciones, historia del arte, amados libros compañeros. Es en los retratos donde se encuentra un respiro del exceso de imágenes sobre la imagen y su multiplicación. ¿Es acaso ese el tema de este libro? ¿Es el sentido en el sinsentido que transitamos día a día? O, tal vez, sin saberlo, como lo documenta una fotografía de su archivo, se siente atraído hacia la teoría y apuesta a la persistencia de imágenes fotográficas impregnadas en la memoria colectiva contemporánea?
Concienzudamente, y por sobre todas las imposiciones simplistas del medio fotográfico, José entrevera las estrategias y contribuciones de Alberto Goldenstein, Jeff Wall, Stephen Shore, Lee Friedlander, Wolfgang Tillmans, Christopher Rauschenberg, Alec Soth, y por qué no, de los clásicos modernos. ¿Cómo miran, qué problemas formales plantean? ¿Qué subvierten estos popes masculinos?
Sin embargo, como resultado de la pecaminosa gula, esas referencias se transforman en meras resonancias, son obsesiones pasajeras que caducan cuando las investigaciones están resueltas. Caso cerrado. José deglutió, se deleitó y transformó lo observado en un antisolemne documento cultural porteño de nuestros días.
La tarea que nos deja su producción es asimilar la multiplicidad de sentidos desplegados y desmenuzar las composiciones de lo absurdo enredadas entre arquitecturas, andamios y desgarros. A veces, como una trompada de sinceridad o, también a puro placer estético frente a la luz, sin vergüenza. Asalta la duda, de todos modos, si el sello “De Rocco” deja meramente ser a los tangibles de lo banal y lo cotidiano, aparentemente sin un juicio de valor o que, astutamente, nos inculca su fe en el medio fotográfico, que se acerca más al misterio que a la objetividad. Porque cada cosa tiene su secreto, aún cuando lo obsceno de tener tanto a la vista, sea objeto de tanta devoción.
Lena Szankay
1 Ninfas, serpientes, constelaciones. La teoría artística de Aby Warburg. Museo Nacional de Bellas Artes, 2019